sábado, 16 de mayo de 2009
«No descarto volver a viajar al espacio» El primer astronauta español que voló al cosmos, Pedro Duque, visita Granada para inaugurar un foro internac
GUILLERMO PEDROSA
| GRANADA
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«No descarto volver a viajar al espacio»
Pedro Duque en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada. / LUCÍA RIVAS
«Cuando viajas por el espacio echas de menos abrir la ventana y recibir aire fresco»
La probabilidad de que un asteroide colisione contra el planeta Tierra es baja, pero si se diera el caso las consecuencias serían catastróficas. Por eso Granada acoge desde ayer la Primera Conferencia Internacional de Defensa Planetaria, un encuentro científico que reúne a expertos de todo el mundo para estudiar las distintas técnicas de detección para estos asteroides, y para definir políticas de actuación que se preparen para este supuesto. Pedro Duque, el primer astronauta español que viajó al espacio, fue el encargado de abrir este foro en el Palacio de Exposiciones y Congresos.
-¿Cree que alguna vez la Tierra sufrirá el impacto de un asteroide que pueda suponer una gran catástrofe para la vida humana?
-Seguro que sí, es un riesgo pequeñísimo de que ocurra mañana, un riesgo bastante pequeño de que ocurra en este siglo, e incluso un riesgo que sigue siendo pequeño como para que ocurra en los próximos mil años, pero en los próximos 10.000, seguro. Eso no te lo quita nadie. La historia está detrás, y hace 10.000 años cayó un asteroide en el Océano Pacífico y levantó un tsunami de sesenta metros de altura que arrasó toda la costa.
-Sobre esta conferencia, ¿la considera un buen punto de partida para definir políticas de prevención contra la colisión de un asteroide?
-El congreso es científico, y no se va a salir mucho de estas cuestiones, pero queremos que por lo menos la gente se entere de que estas cosas están pasando. Y que con poco dinero, incluso España podría hacer un primer intento para desviar un asteroide, no se necesita mucho dinero. Por ejemplo la misión Don Quijote (encargada de estudiar técnicas para desviar cuerpos que llevan camino de estrellarse con la Tierra), tiene el mismo presupuesto que la construcción de 20 kilómetros de autovía.
-Durante sus viajes por el espacio, ¿qué era lo que más echaba de menos de la Tierra?
-Como en todos los viajes, la familia, abrir las ventanas y tener una bocanada de aire fresco, cosas de esas, pero uno se habitúa.
-¿Qué puede comentarnos sobre el trabajo que desarrolla ahora, el satélite 'Deimos I'?
-Estamos trabajando en el primer satélite de observación de la Tierra que se va a controlar desde España, y para este verano tiene que estar funcionando. Lo que conseguimos a partir de este satélite es obtener imágenes muy grandes que permiten hacer un seguimiento tanto de las cosechas, como de los bosques, y de forma continuada. Ahora se hace de manera puntual, pero este dispositivo utiliza una nueva electrónica que es capaz de observar un país como España dos veces a la semana, con lo cual podemos estudiar todas las cosechas de todas las parcelas españolas, dos veces a la semana, esto es muy significativo. El satélite está destinado al estudio de los vegetales, tanto de los cultivos como de los bosques.
-¿Volvería a viajar al espacio?
-Sí, claro. Todavía sigo haciendo las pruebas de calificación de astronauta cada año. No descarto volver a viajar al espacio.
-¿Cómo es el proceso de formación para ser astronauta?
-Esto es algo que ha evolucionado a lo largo del tiempo. Desde luego hay que tener muchas ganas de trabajar y estudiar, también se buscan algunas cualidades psicológicas, como por ejemplo la templanza a la hora de afrontar un problema, o haber estudiado alguna carrera de ingeniería, en general cada año es distinto. Al principio lo más importante era aguantar lo que le echen a uno, ahora es más relevante el aspecto reflexivo, ser capaz de entender los experimentos. Las pruebas físicas están más adecuadas a lo que realmente pasa en el espacio, porque cada vez contamos con más información al respecto.
-¿Está afectando la crisis al sector aeroespacial?
-Bueno, como a todo el mundo. En el sector aeroespacial las decisiones se toman muy a largo plazo, por lo tanto tardará bastante en afectarlo, si la crisis no dura muchos años quizá termine afectando poco, porque los programas son muy largos y no es cosa de que ahora lo empiezo y en seis meses lo acabo, sino que el dinero está ahí para que termines para 2013 o 2015, por ejemplo.
-Usted es muy aficionado al submarinismo, ¿encuentra alguna semejanza entre moverse en el agua y estar en el espacio?
-Sí, de hecho es uno de los requisitos obligatorios, antes de ir al espacio tienes que hacer submarinismo y realizar una serie de actividades bajo el agua. Y es que hay una parte muy importante del entrenamiento que se produce en el agua, como aprender a moverte en la ingravidez, ser responsable de tu propia seguridad, hacer bien el trabajo en equipo, acostumbrarte a respirar de aire enlatado. Hay muchas cosas que se parecen.
Sábado, 16/5/2009, 18:30 h ELPAIS.COM El País semanal
Cuando mi hija empezaba a leer, un día, libro en mano, me preguntó:
“Cuando explicamos historias a los niños, además de enseñarles algún concepto, establecemos un fuerte vínculo afectivo”
–Papá, ¿qué es generoso?
Se lo intenté explicar lo mejor que pude. Le conté que ser generoso consiste en dar a los demás, en compartir las cosas, en no quererlo todo para ti…
–¿Lo has entendido? –le pregunté.
Al tiempo que corría por el pasillo hacia su habitación, oí que me contestaba:
–Creo que sí.
Pasaron algunas semanas, y una tarde me volvió a preguntar:
–Papá, ¿qué era lo de generoso?
Batalla perdida, pensé. Quizá lo había entendido en su momento, pero evidentemente no lo había interiorizado, y por ello ya no lo recordaba. Probé con otra estrategia: en lugar de insistir con mis explicaciones, le conté una historia. Un ejemplo de generosidad de una persona muy cercana a ella: su abuela. Escuchó atentamente mi relato con los ojos abiertos como platos y con una gran sonrisa en sus labios. Yo noté que esta vez algo se estaba moviendo dentro de ella.
Algunos meses más tarde, volviendo de la escuela me dijo:
–¿Sabes, papá?, hoy en el cole hemos hablado de lo de ser generoso. Y yo les he dicho: “Como mi abuela”.
Ahora estaba seguro: no sólo lo había entendido, sino que probablemente lo recordaría para siempre.
viernes, 15 de mayo de 2009
MÁS CUENTO QUE CALLEJA
LUCHA MEMORABLE
CUENTO DE CALLEJA
ADAPTADO AL CASTELLANO ACTUAL
por
ENRIQUE FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA Y CALLEJA
(Juguetes Instructivos- Serie XIV- Tomo 280)
Diga usted –me preguntaba Pepito- ¿es verdad que los españoles no son tan valientes como se creía?
-Y tú, chaval, ¿por qué me haces esa pregunta?
-Porque leo en un periódico que las hazañas que cuenta la Historia de los españoles son exageraciones ridículas.
-¡Vaya, vaya! El que ha escrito eso no sabe lo que ha dicho. Y la prueba la tienes en
el siguiente hecho que, a pesar de su carácter novelesco, es rigurosamente histórico.
Estaba el Gran Capitán, Gonzalo de Córdoba, sitiado con su ejército, por cierto muy pequeño, en la plaza italiana de Barleta, cuando los sitiadores, que eran franceses, enviaron a nuestro campo un cartel de desafío. En él se decía que, si bien no se discutía que la infantería española era la mejor del mundo, en cambio los caballeros franceses se comprometían a probar que resultaban muy superiores a los españoles.
Leyó Gonzalo de Córdoba el reto, y volviéndose a sus caballeros, preguntó si alguno quería medir sus fuerzas contra los provocadores; todos quisieron salir a la lucha. Gonzalo entonces eligió diez de los que mejor le parecieron, y los designó para que al día siguiente se batieran con igual número de caballeros franceses. Entre ellos nuestros iba el célebre Pedro Navarro, que fue el primer ingeniero militar del mundo, que dio origen a la creación del Cuerpo de Ingenieros militares, y que estaba convaleciente de una herida que poco antes recibiera en la cabeza. Iba además Diego García de Paredes, uno de los hombres de más fuerza que jamás se hayan conocido. Tanta tenía que, según cuenta Cervantes, detenía el girar de una piedra de molino, con solo apoyar en ella el dedo pulgar. Entre los franceses, que eran lo mejor de su ejército, se contaba el célebre Bayardo, llamado el caballero sin miedo y sin tacha, por su valor y por su hidalguía.
Se marcó el lugar de la lucha señalando con grandes piedras el limite, del que no podían salirse; y, para que el juicio fuese imparcial, fueron ingleses y alemanes los jueces del combate. Se dio la señal, y los veinte caballeros, colocados en dos filas, arremetieron unos contra otros. Se rompieron las lanzas en menudas astillas, saliendo al aire las espadas, y se entabló la más extraordinaria lucha que haya podido verse. Diego García de Paredes se quedó sin espada, por haberla partido en la cabeza de su adversario. Echó a correr el español, y todos creyeron que se declaraba vencido; pero en medio de la sorpresa general, cogió una de las piedras que marcaban los limites del terreno, y la tiró con la fuerza de una bala de cañón sobre su perseguidor. Dio el terrible proyectil en el pecho del caballo, cayó este, arrastrando al jinete, y el caballero francés pereció a mano de nuestro coloso.
A Pedro Navarro se le abrió la herida de la cabeza al primer choque, y la sangre que le caía sobre los ojos le cegaba; comprendiendo que estaba perdido si no apresuraba el fin de la pelea, hizo un esfuerzo, y, concentrando toda su fuerza en un solo golpe, tal fue el que le dio a su adversario, que, sin que le valiesen a este el escudo ni la armadura, cayó del caballo con una tremenda herida.
Los demás caballeros españoles cumplieron su deber sin retroceder una pulgada, prefiriendo morir antes que declararse vencidos por los franceses. Estos hacían también prodigios de valor y la lucha era tan empeñada, que resultaba difícil predecir quienes triunfarían. Pero pronto se resolvió la duda con la victoria de los españoles.
De los diez franceses no quedaban más que dos, y de los nuestros solo tres habían sucumbido; pero por un exceso de hidalguía, no quisieron ayudar a sus compañeros, aún cuando así estaba convenido. Entonces se extendió un documento en el que se hacía constar el juicio que les había merecido a los jueces unos y otros combatientes.
En él se decía que los caballeros españoles eran tan buenos como los caballeros franceses, habiendo demostrado los españoles más valor y los franceses más constancia.
Cuando leyó esto el Gran Capitán exclamó indignado: ¡Cómo tan buenos! ¡Por mejores os mandé yo!. Los caballeros españoles respondieron con dignidad:
-Hicimos cuanto estuvo en nuestra mano. De los diez franceses solo han quedado dos en pie, y de los nuestros volvemos siete.
A pesar de todo al Gran Capitán le duró el enfado hasta que algunos días después destrozó al ejército sitiador en la batalla de Ceriñola. Supongo, Pepito, que también querrás que te cuente cómo ocurrió aquello.
Pues verás: viéndose Gonzalo de Córdoba en muy mala situación por la falta de víveres, decidió abandonar las fortificaciones de Barleta y retirarse con su ejército, extenuado por el hambre, frente a las tropas francesas, mucho más numerosas y bien alimentadas. Los franceses, envalentonados, persiguieron a nuestras tropas, seguros de destrozarlas.
Al llegar a las inmediaciones de Ceriñola, tuvo que hacer frente al enemigo, y empezó la batalla, que fue muy sangrienta; tanto que allí quedó lo mejor de la nobleza francesa, entre ella, el general enemigo, Duque de Nemours. Los que se vieron libres, escaparon, y los hambrientos españoles se apoderaron del campamento francés, donde estaba preparada la cena con que pensaban festejar su victoria sobre los españoles.
-Dime, Pepito, si no te parece hermoso este hecho
-Ya lo creo, pero lo que más me asombra es la fuerza de ese García de Paredes
-Cuando visites el Museo del Ejército, pregunta por el mandoble de aquel guerrero, y verás que es un arma que dificilmente manejarían entre dos hombres de bastante fuerza
-¡Vaya espadón será!, ¡Pues al que le diera un golpe con él!
-Lo abría por la mitad. No han sido pocos los enemigos que sucumbieron al filo de aquella espada, siempre vencedora
Con que ya ves por este hecho, y por algunos otros tan curiosos que he de contarte, sí es cierto que los españoles tenían bien ganada en la Historia su fama de valerosos. Cuando sepas que hubo un tiempo en que para decir que una cosa era imposible se decía: “Eso es tan difícil como verles las espaldas a los españoles!”, entonces comprenderás la sangre que habrá costado a este país alcanzar esa fama de valientes.
Ahora bien: si me preguntas, Pepito, que me parece esa fama, yo te contestaría: preferiría que al hablar de los españoles dijeran: ¡qué trabajadores y qué inteligentes!, a que aseguren que somos los más valientes guerreros del mundo. Busquemos la gloria del triunfo en ver cubiertos de buenas espigas nuestros campos, rebosando de grano nuestros almacenes, llenas de trabajo nuestras fábricas y el mar de nuestros buques, y este sí que será el título más glorioso para la patria española.
-¿Y cómo se consigue eso?
-¡Cómo!, Con el trabajo, el estudio y la moralidad, que son las fuentes de la riqueza y del progreso.
FIN
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