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El narrador gallego falleció la semana pasada dejando a la literatura infantil sin uno de sus mejores escritores
17.06.11 - 00:29 -
El pasado 11 de junio fallecía el escritor Juan Farias, uno de los renovadores de la literatura infantil española actual. En más de una ocasión visitó las escuelas de Cantabria y dejó entre los niños y maestros un vivo testimonio de su categoría humana y poética.
A menudo se utiliza la expresión «literatura sin adjetivos» para calificar elogiosamente la obra de un autor que escribe para los niños, como si el apellido 'infantil' representara una merma de su categoría artística.
Juan Farias se encuentra más allá de este dudoso reconocimiento: basta tomar al azar una página de cualquiera de sus libros para comprobar que la suya es una escritura de calidad sea cual sea la edad de los destinatarios indicada por la editorial que los publica.
Por otra parte, para valorar el trabajo de Farias quienes carecemos de su don para alcanzar en cada momento la palabra justa necesitamos de un buen número de los adjetivos que contiene el diccionario.
Para decir, por ejemplo, que la de Juan es una literatura esencial en la forma (austera, sencilla) y en el tratamiento de los asuntos más hondos que conciernen al ser humano. Una literatura comprometida con los humildes y los desfavorecidos y con la verdad. Crítica con los poderosos, con la injusticia. Única, como si todos sus libros fueran un mismo libro, y a la vez múltiple. Solemne y también irónica. Poética, imaginativa, cálida, local (de su Galicia) y universal, marinera, terrenal, amorosa, paterna...
Esa literatura de Farias, que tantos adjetivos, y aún más, exige para formular una tentativa de definición resulta que está hecha de apenas unos cuantos que, claro está, no son muchos ni acaso sean pocos sino sólo los necesarios.
Y ahí es donde alcanza la maestría de un estilo contenido, transparente, sencillo, sin pretensiones (no escribe capítulos sino cuadernos) pero capaz de provocar en el lector la emoción de la belleza, de la autenticidad, de la infinidad de sugerencias que despierta. Una literatura que escapa a nuestra capacidad de análisis y que pese a su fluida naturalidad y su despojada desnudez resulta inimitable.
Este modesto homenaje de Peonza, que se suma a las numerosas muestras de dolor y admiración que la noticia de su muerte ha provocado entre sus seguidores, es a la vez una reclamación para que se reediten aquellos de sus libros que permanecen descatalogados. Sin duda, ese es el mejor homenaje para un escritor desaparecido: el que su obra le sobreviva y pueda salir al encuentro con nuevos lectores.
Después de contarles alguna historia inverosímil, Farias solía preguntar a los niños que participaban en sus coloquios, «¿Te lo crees?». Sí, Juan, nos creemos todo lo que dicen tus palabras porque las sabemos dichas con el talento de un verdadero escritor y porque desbordaban del corazón de un hombre en el buen sentido de la palabra (un último adjetivo) bueno.