Un tigre hambriento consiguió atrapar un zorro y se dispuso a devorarlo. Disimulando su terror y sacando fuerzas de flaqueza, el zorro, en su intento por sobrevivir, dijo:
- ¡Un momento! ¡Detente! Te aseguro que yo soy el rey de los animales del bosque. Tal es el mandato del Dios Celestial que nadie puede desobedecer. A pesar de tu mucha fuerza, no podrás hacerme ningún daño, pues, si lo intentaras, serías severamente castigado por el Cielo.
- ¡Vaya! – exclamó sorprendido el tigre-. Jamás había osado cosa semejante. ¿Cómo puedes demostrarme que efectivamente eres el rey de los animales del bosque por decreto del Dios Celestial?
-Nada es más fácil que eso –declaró el zorro, aparentando seguridad y arrogancia-. Ahora vamos a dar un paseo por el bosque. Tú sígueme a corta distancia y observa cómo todos los animales huyen de mí.
Componiendo la figura y pisando con firmeza, el zorro comenzó a caminar airosamente, seguido a corta distancia por el tigre. El felino se quedó totalmente perplejo cuando comprobó que los animales salían corriendo al paso del zorro, sin percatarse de que era del feroz tigre y no del inofensivo zorro del que huían.
101 cuentos clásicos de la China. Recopilatorio de Ramiro Calle. Edit. Edaf
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