El diseño de una política eficaz en el ámbito del libro y la lectura en estos comienzos del siglo XXI requiere una reflexión previa sobre las profundas y vertiginosas transformaciones que están experimentando nuestras sociedades, pues algunos de estos cambios inciden de manera medular en las prácticas culturales de los ciudadanos. Es por tanto imprescindible tenerlos muy en cuenta a la hora de adoptar medidas estratégicas que se propongan como resultado el afianzamiento de hábitos lectores en nuestra población.
Es evidente que la revolución digital, la rápida implantación de Internet y las nuevas tecnologías, ha precipitado la transición entre la sociedad industrial y la llamada sociedad del conocimiento. Esto nos coloca ante nuevos retos que estamos obligados a resolver con equilibrio e inteligencia.
Si hemos apostado por la sostenibilidad a la hora de dotarnos de un modelo de desarrollo para la Comunidad Autónoma de Andalucía, en el ámbito del libro y la lectura apostamos por un modelo en el que coexista armónicamente el libro en su formato tradicional con los nuevos soportes de la información. En esta apuesta, instituciones culturales básicas como las bibliotecas tienen un papel crucial, ya que -como apunta Patrick Bazin- nos brindan la oportunidad de “reinventar juntos el ESPACIO PÚBLICO DEL CONOCIMIENTO”.
Es pues nuestro objetivo llevar a cabo cuantas medidas sean necesarias para adaptar la Red de Bibliotecas Públicas de Andalucía a estos nuevos retos, convirtiendo nuestras bibliotecas en instituciones verdaderamente útiles a la sociedad, espacios que albergan nuestra memoria y que a la vez nos comunican con el mundo. La extensión de los servicios bibliotecarios al cien por cien de la población de Andalucía nos permitirá acercar la cultura a cualquier punto de nuestro territorio, así como a todos los sectores de población, sean cuales fueren sus características. Uno de los objetivos que nos hemos marcado es que las Bibliotecas Andaluzas estén abiertas a todos los ciudadanos. “Bibliotecas interculturales” o “bibliotecas sin barreras” son algunos de los programas que implementaremos o pondremos en marcha para la consecución de este prioritario objetivo.
Si con la modernización de nuestras bibliotecas queremos reinventar el espacio público del conocimiento, con las acciones destinadas al fomento de la lectura o al afianzamiento de los hábitos lectores entre los ciudadanos andaluces queremos de alguna manera repensar el uso del tiempo. Si en el espacio público de la actual biblioteca deben convivir armónicamente el libro y las nuevas tecnologías, en el uso del tiempo del ciudadano del s. XXI debiera tener cabida de manera irrenunciable la lectura como fuente inagotable de formación, conocimiento y deleite.
Es imprescindible que nuestros niños y jóvenes adquieran y mantengan el hábito lector, ya que la pereza intelectual en que tiende a sumergirnos el predominio del medio audiovisual, ante el que estos sectores de población se encuentran particularmente indefensos, ha llevado a algunos sociólogos a hablar de preocupantes fenómenos de neoanalfabetismo.
Con el fin de ir tomando el pulso de manera permanente a la evolución de los hábitos lectores de los andaluces y al mundo del libro en nuestra Comunidad Autónoma, desde la Consejería de Cultura se ha puesto en marcha el “Observatorio de la Lectura”, que en este momento cuenta ya con un barómetro que nos permite una primera aproximación a esta realidad a través de datos ciertamente preocupantes.
Nuestra Comunidad Autónoma, según dicho barómetro, se situaría a cuatro puntos por detrás de la media del resto del estado en cuanto a hábitos lectores, siendo también menor el uso de la red de bibliotecas o la compra de libros, por poner sólo otros dos ejemplos. Especialmente preocupante es la situación de nuestros jóvenes, que relegan en sus hábitos de manera clara la lectura, ya que el libro no resiste la competencia ni de las nuevas tecnologías, ni de otras formas de ocio. Preocupante es también la tendencia que muestra el medio rural a quedar cada vez más alejado del urbano, sea cual sea el parámetro que manejemos. Situación ésta que debe llevarnos a concentrar nuestros esfuerzos en programas que se extiendan de manera equilibrada por todo el territorio.
También es clarificador constatar la clara preferencia de los lectores encuestados por la llamada literatura de consumo o best-seller frente a otros géneros como la novela de calidad, el ensayo o la poesía. En aras a la defensa de nuestra diversidad cultural frente a la uniformización y homogeneización que impone un mercado cada vez más globalizado, desde lo público tendremos que adoptar medidas que garanticen la producción y difusión de productos culturales de calidad, apoyando decididamente a nuestros intelectuales y creadores, que han constituido desde siempre una de las mayores fortalezas de la cultura en Andalucía.
Imprescindible resulta también el apoyo al sector editorial andaluz, que en los últimos años se nos presenta como un sector emergente, con una decidida voluntad de evolucionar en parámetros de calidad e innovación y que se está convirtiendo en fuente de empleo cualificado. Sin olvidar tampoco al sector librero, ya que nuestras librerías garantizan frente a la gran superficie, la existencia de formas culturales más complejas, ricas y plurales, que nos son cada vez más necesarias. Resumiendo, y como hemos apuntado con anterioridad, se trataría de aplicar el concepto de sostenibilidad también a la cultura.
Apostar pues, de manera decidida como se hace en este documento por el libro y la lectura, significa apostar por el ciudadano frente al mero consumidor, por un individuo preparado, libre, en permanente evolución y crecimiento personal, un sujeto con actitud crítica y criterio propio. Pues sólo así se podrá garantizar la capacidad de nuestra sociedad para adaptarse a los rápidos cambios y los permanentes retos ante los que el presente nos coloca a cada instante.
Como se recoge en el documento Estrategias y propuestas para la segunda modernización de Andalucía, nuestra tierra “ha sabido recorrer, durante los últimos años, un camino que nos ha llevado desde el subdesarrollo y la emigración hasta la más profunda transformación de nuestra infraestructura económica y social”. “Estamos obligados a plantear una Segunda Modernización de Andalucía o, si se prefiere, debemos comprometernos para hacer una segunda oleada de procesos modernizadores que den como resultado una comunidad más europea, más tolerante, más participativa; una Andalucía integradora, sin exclusiones ni marginación, con una igualdad real para mujeres y hombres; equilibrada, llena de vida, de oportunidades. En consecuencia, estamos implicados en construir una Andalucía más feliz”.
El documento que presentamos participa de lleno de estas premisas y las medidas que en él proponemos forman parte de esa necesaria “segunda oleada de procesos modernizadores”, ya que el fomento de la lectura debe estar en la base y en el corazón mismo de cualquier política cultural en una sociedad avanzada.
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