jueves, 30 de abril de 2009

YERMA Y LOS JARAMAGOS

YERMA Yo conozco muchachas que han temblado y que lloraban antes de entrar en la cama con sus maridos. ¿Lloré yo la primera vez que me acosté contigo? ¿No cantaba al levantar los embozos de holanda? Y no te dije, ¡Cómo huelen a manzana estas ropas!

JUAN ¡Eso dijiste!

YERMA Mi madre lloró porque no sentí separarme de ella. ¡Y era verdad! Nadie se casó con más alegría. Y sin embargo...

JUAN Calla. Demasiado trabajo tengo yo con oír en todo momento...

YERMA No. No me repitas lo que dicen. Yo veo por mis ojos que eso no puede ser... A fuerza de caer la lluvia sobre las piedras éstas se ablandan y hacen crecer jaramagos, que las gentes dicen que no sirven para nada. “Los jaramagos no sirven para nada”, pero yo bien los veo mover sus flores amarillas en el aire.

JUAN ¡Hay que esperar!

YERMA ¡Sí, queriendo! (Yerma abraza y besa al marido, tomando ella la iniciativa.)

JUAN Si necesitas algo me lo dices y lo traeré. Ya sabes que no me gusta que salgas.

YERMA Nunca salgo.

JUAN Estás mejor aquí.

YERMA Sí.

JUAN La calle es para la gente desocupada.

YERMA (Sombría.) Claro.

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